¡LIBRE PARA DECIDIR!

¡LIBRE PARA DECIDIR!
“Todo lo que no proviene de fe es pecado”, dice Romanos 14:23. ¿Podemos pensar que tiene confianza en Dios una dama soltera, que, presa de esas emociones, entra en pánico y corre a casarse por miedo a quedarse sola? Dejarse llevar por esos miedos no es sino el producto de una gran desconfianza en Dios y desconocimiento de Su carácter y fidelidad.
Una hija de Dios —no importa qué edad tenga—, no necesita mendigar afecto, ni alquilarse en matrimonio para obtener compañía y abrigo.
No tienen porqué insultar de esa manera a su Padre y Creador y degradarse a sí misma.
¡Tienes al Espíritu Santo, el compañero y Consolador por excelencia! ¿Son acaso más eficaces los consuelos de la compañía de un ser humano cuando vienen las crisis del alma?
Un marido es humano, y podría fallarte o hasta llegar incluso a abandonarte. No es para nada lo normal entre cristianos, pero podría ocurrir. La apostasía o la infidelidad son posibilidades. En cambio, el Espíritu Santo te fue dado para estar contigo para siempre (Juan 14:16) y no dejarte jamás. La fidelidad de Dios es completa y para siempre. El no cambia.
De acuerdo, no somos sólo alma, somos también de carne y hueso. Y para eso está la koinonía con el cuerpo de Cristo. ¿No son muchas veces las genuinas amistades cristianas, compañeras más cercanas y provechosas, aun que familiares mismos? En la lucha por las almas, en la batalla para defender a los oprimidos y hacer misericordia, ¿no se forjan lazos de afecto y compañerismo como en ningún otro lado?
Tienes al Espíritu Santo y amigas y amigos fieles, como los que el mundo no puede darte. ¿Y temes a la soledad?
Y por la provisión para los años futuros, ¿será más fiel la cartera de un marido que tu Padre que está en los cielos? ¿No ha probado ser contigo fiel ya Dios ahora, supliéndote lo necesario o dándote habilidades para que lo hagas? Hermana, ¿ha sido fiel Dios contigo hasta ahora y no lo va a ser mañana cuando tú más lo necesites? ¿Acaso Él cambia?
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¿No te prometió Él que si buscas primero el reino de Dios y su justicia, te será provisto sustento y abrigo?
Sirviendo a Dios soltera. ¿Tendrás menos, o más necesidades económicas que si tienes hijos casada?
Y cuando hablamos de que Dios es fiel para proveer, no nos referimos a misticismos ni a vivir de la limosna ajena.
Para empezar, tienes ya talentos, quizás un oficio o profesión, y la oportunidad de capacitarte para enfrentar la vida. Eres soltera, no discapacitada. Tienes salud, cerebro, dos manos y dos piernas. Y al ser cristiana, por definición no puedes ser floja ni mucho menos.
¿Qué te falta entonces a ti que no tenga cualquier inconversa soltera que ya se abre paso por sí misma en la vida? ¿Quién le teme a trabajar para allegarse medios cuando se necesita?
Débora era juez en Israel. Por decirlo así, magistrado. Trabajaba sin miedo sirviendo en eso a Dios, a la par de cualquiera. Dorcas —soltera— tenía un pequeño taller textil con otras mujeres, y ya no era precisamente joven (Hechos 9:36-39) Eran aquellas, mujeres trabajadoras.
Lidia, mujer sola, comerciaba con púrpura y hasta casa propia tenía (Hechos 16:14-15). Tenía un pequeño negocio para ganarse la vida.
Y si estás tiempo completo en un ministerio, todo tu tiempo ocupado en servir a otros. ¿No lo sabrá Cristo? Escrito está, que no hay nadie que haya dejado tierras, trabajo, padre, madre, esposa (esto es, oportunidades de casarse), que no reciba más en esta vida y hermanos, hermanas, padre, madre, casas, etcétera —con persecuciones— y después de eso, la vida eterna (Marcos 10:30).
¡Discípula! Libérate del ridículo temor a la soledad y de los mitos de la cultura que te impone el matrimonio como única opción para tu futuro. Líbrate de esas mentiras y mira cuántas razones te da la Escritura para que no te afanes por el día de mañana y sirvas ahora con libertad a Dios.
No vendas tu integridad enlazándote en un matrimonio porque temías quedarte sola. No hay compañerismo humano que supla al del Espíritu Santo.
Si estás llamada a casarte, hazlo con buena conciencia. Hazlo sabiendo que no tienes don de continencia, hazlo motivada por el reino y estando satisfecha primero en Cristo. Nada hagas con apresuramiento.
Y si no tienes don de continencia, no seas enlazada con boberías románticas, presiones sociales, y miedos carnales. Pablo dijo que es mejor si te quedas como estás para dedicar tu tiempo, creatividad y fuerzas de lleno a servir a Jesús y a las almas sin distracciones ni aflicciones. Así está escrito:
“Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella... tiene cuidado de las cosas del Señor…pero la casada…de cómo agradar a su marido.”5

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