Por La Buena Semilla, 2008.
Durante muchos meses la revista “Time” procuró determinar a quien elegiría como “la personalidad del siglo XX”. Después de muchas y variadas propuestas, Einstein quedó como ilustre vencedor. Fue un investigador, recibió el premio Nobel de Física, fue un convicto sionista y un filósofo.
Una eminente personalidad dijo de Einstein: “Él amplió la investigación de la humanidad acerca de un universo infinito, pero al mismo tiempo demostró que el ser humano es un ser finito”. Einstein se colocaba el mismo en esta posición y hablaba de Dios con cierta humildad y temor.
“Dios no juega a los dados con el universo que creó”. Con esta palabras el físico se colocaba en una posición contraria a la de algunos científicos que piensan que el universo se originó casualmente del caos mediante un estallido inicial.
Ese genio de las ciencias incluso dijo:”Por medio de las matemáticas sé que existe un Dios, pero con las matemáticas no puedo encontrar a Dios”.
No sabemos si este hombre halló la paz con Dios, pero una cosa sabemos; el gran Dios todopoderoso se acerca a aquel que se inclina humildemente ante él y cree en su Hijo Jesucristo, quien fue hecho hombre y vivió en esta tierra. Al morir en la cruz por los pecados de cada persona, el Salvador nos abrió el camino hacia Dios. La fe en Jesucristo es el único medio para acercarnos a Dios y obtener la vida eterna.
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