El outfit del corazón

Por Diana Carolina Mendoza Corrales

No es solo moda.

Es fe. 

Es carácter piadoso. 


Esta mañana, mientras me preparaba para salir, me detuve frente al espejo como tantas veces.

Pero esta vez no fue para ajustar el cuello de la blusa ni para decidir entre dos pares de zapatos.

Fue para preguntarme algo que no suelo hacer:


                                                                    ¿Qué te pusiste hoy?


No hablo del abrigo que te da seguridad ni de los zapatos que te hacen sentir capaz.

Hablo del alma. De ese vestido invisible que todos perciben, aunque nadie ve.

Algo que no se corrige con corrector ni se disimula con perfume.


¿Qué está vistiendo hoy mi corazón?


Aunque nadie lo nota a simple vista, el corazón también se viste.

Y ese atuendo invisible habla más de nosotras que cualquier accesorio.

De hecho, habla más fuerte que cualquier tendencia.


Este particular soliloquio, no provino de mi misma, fue un efecto de exponerme a la Palabra de Dios como mi espejo.


A las 5 am como cada lunes desde hace un buen tiempo ya, me reuní virtualmente con dos amigas. Oramos, compartimos peticiones, acciones de gracias… y también intercedimos por otras mujeres.

Y en medio de esa comunión, leímos un pasaje que suele incomodar: 1 Timoteo 2:9-15.

Pero hoy lo leímos pidiéndole al Señor que nos permitiera descubrirlo en las escrituras y como lo que realmente es: una invitación a vivir por Gracia.

A vestirnos con propósito, a vestirnos de Él


A dejar que lo que llevamos por dentro y por fuera hable más de quién nos ha transformado que de nosotras mismas.

Impactar nuestra cultura que nos enseña a vestirnos para destacar, para encajar, para protegernos. 
Pero la Palabra de Dios nos invita a vestirnos para reflejar. No a nosotras mismas, sino a Cristo.

Pablo no está condenando la belleza ni la feminidad. Está señalando que el verdadero adorno de la mujer cristiana no es el oro ni las perlas, sino las buenas obras que nacen de un corazón transformado por el Evangelio.

Dios no está peleado con la belleza. Él la inventó.


Nancy Guthrie suele decir que la Biblia no es un libro de consejos, sino una historia de redención.
Y eso incluye lo que vestimos.

El llamado es a VESTIRNOS. Vestirnos con modestia no escondernos. Vestirnos con lo que no se desgasta:

compasión, humildad, paciencia, amor (Colosenses 3:12-14).


Y sí, me hice preguntas incómodas:

  • ¿Estoy usando mi imagen para competir, impresionar o esconder inseguridades que aún no he entregado a Dios?
  • ¿Estoy buscando validación en miradas ajenas, en likes, en comparaciones que desgastan?
  • ¿Estoy reflejando a Cristo… o solo a mí misma?

  • No todas las respuestas fueron cómodas. Pero todas me llevaron a un lugar seguro:

    La gracia.

    La gracia no nos deja en la superficie.
    Nos confronta con preguntas que revelan lo que realmente creemos.
    Solo cuando reconocemos nuestras motivaciones más profundas, podemos permitir que el 

    Evangelio las transforme.


    La moda cambia.
    Las tendencias pasan.
    Pero el carácter formado por Dios permanece.


    Hoy te invito, mientras lees este articulo a preguntarte ¿Cuál es mi espejo, la biblia como la Palabra revelada de Dios o la aprobación humana? y luego, hacer una sencilla pero sincera oración, si Dios te ha inquietado con este tema y si no, que te ayude a admirar y comprender su sabiduría como el mayor bien para ti.

    Señor, quiero que se note que Tú estás en mí.

    Comentarios

    Entradas populares de este blog

    A donde fue Cain después de haber matado a su hermano Abel

    Descubriendo la belleza del rol bíblico de la mujer: Reflexiones desde el libro "Déjame ser mujer" de Elisabeth Elliot

    Salvacion - Desayuno espiritual 13 de diciembre de 2013