Demasiado sola. Demasiado tarde. Demasiado elegida

 Por Diana Carolina Mendoza Corrales


Estoy a punto de alcanzar mis cuarenta años de vida, no con miedo y sí con el corazón en quietud y contentamiento en Dios.

Y en esta orilla del tiempo, me detengo, absorta en la danza imparable del reloj, sin apenas notar como galopaba, aportando canas y arrugitas florescientes. Escenas que ahora, iluminan mis reminiscencias como fotografías de un ayer que ya no volverá, en las que:


 No encuentro perfección, pero sí redención.  


En las que también veo un tapiz de misericordias inmerecidas y la mano de un Dios que no ha dejado de escribirse a Sí mismo en mi historia -una historia que no gira en torno a mí, sino en torno a Su gloria-.


Con la soltería como la compañía que Dios ha preparado amorosa y tiernamente para mí en esta estación de mi vida, he aprendido a ver los días no como una espera, sino como un terreno fértil. 


La tierra donde Dios me planta, me cuida y me hace florecer en Su propósito eterno. 


Ya no veo esta etapa como un paréntesis entre lo que fue y lo que vendrá, sino como el mejor momento y lugar donde mi corazón se rinde completamente a Su presencia y encuentra la mejor plataforma para su expansión, por ser precisamente: su provisión para mi hoy.


Mas poética pero no menos honestamente expresado: "el telón de fondo perfecto donde la belleza de Su fidelidad ha brillado más intensamente".


Los tiempos que una vez me dejaron preguntando “¿Dónde estás, Dios?”, son ahora los mismos donde puedo decir con humildad:


 “Ahí estabas… justo ahí, en medio del quebranto”.


Él no me dejó sola entre las ruinas. Me recogió, me sostuvo, y con una paciencia que no se acaba, reconstruyó mi alma sobre los cimientos de Su fidelidad.


Veintinueve años han pasado desde que tomé Su mano con un “sí” que no comprendí del todo. "Y aunque tarde lo amé de verdad", aun así, Él caminó conmigo. Nunca me ha exigido perfección, solo rendición. 


En ese camino, Él me enseñó que la verdadera belleza no se mide con estándares humanos, sino que florece cuando descansamos en quienes somos en Él.


Descubrí que vivir como mujer conforme al corazón de Dios no tiene que ver con ser “la más piadosa” o “la más ordenada”… tiene que ver con ser sincera, vulnerable, obediente, y dejar que Él te moldee, día a día.


"No te voy a mentir: no ha sido fácil. Pero sí ha valido la pena".


Cada vez que el enemigo ha intentado convencerme de que estaba sola y muchas veces lo consiguió, el Espíritu de Dios con su poder eterno llegaba a mi rescate recordándome: 


“No estás olvidada. Estás en proceso”.


 Y ahora sé —con la certeza que dan las cicatrices sanadas y la mente renovada por la fe en Cristo— que cada paso fue necesario.


Cada pequeño acto oculto a los ojos humanos, cada decisión tomada en la intimidad de la oración, fue perfume que Tú no dejaste pasar desapercibido.


Hoy, mi vida no suena fuerte, pero canta. Canta en los pequeños gestos, en los días sencillos, en la obediencia silenciosa. 


No estoy esperando que algo suceda.


Estoy viviendo el milagro de ser Suya. Aquí, en esta etapa. En esta estación. En esta historia. En mi HOY.


Y si algo he aprendido es esto: no puedo darme el lujo de vivir una vida tibia. Que aunque la cruz no es cómoda y la feminidad bíblica tampoco es un concepto bonito para redes sociales, si es decirle SÍ a Dios cuando nadie te aplaude y cuando duele obedecer.


Es una vida consagrada. Es reflejar a Cristo en lo oculto, en lo incómodo, en lo costoso. 


Ya busco no vivir para agradar al mundo -no tengo tiempo para eso-. En las fuerzas de Dios y por el amor que el mismo Señor ha formado en mi para él, vivo para Aquel que entregó todo por mí. 


Mi vida ya no me pertenece. Le pertenece a Jesús. Y ese intercambio, ese glorioso intercambio, ha sido mi libertad.


Constantemente, no puedo evitar preguntarme: ¿Estoy viviendo para lo que realmente importa?


Y es cuando le hablo a mi alma, como nos enseña el salmista y me recuerdo No estoy incompleta,


¡Estoy en misión! 


Y eso lo cambia todo. No necesito pareja para florecer. Necesito rendirme. Porque el llamado a seguir a Jesús jamás estuvo condicionado a un estado civil, sino a un corazón dispuesto.


Así que aquí estoy, sin excusas ni aplazamientos en mi vida, diciendo:


“Señor, usa esta etapa para lo que quieras. No me des nada si eso me aleja de Ti. No me quites nada si eso me acerca a Ti.”


Y si tú estás leyendo esto y sientes que estás demasiado tarde, demasiado sola y como si tu historia estuviera muy lejos de parecerse a lo que soñaste…… quiero que sepas: 


[ ] No temas a la soledad. 

[ ] Hay gloria en el silencio,

[ ] Hay presencia en el desierto. 


Deja que esta temporada te lleve más profundo en el amor del Padre. Él no se ha olvidado de ti. Está cultivando algo eterno.


Yo solo sé esto: valdrá la pena. Siempre lo vale.


Todo por Su gloria. Solo por Él.


@Ninalovehope














Comentarios

Entradas populares de este blog

A donde fue Cain después de haber matado a su hermano Abel

Descubriendo la belleza del rol bíblico de la mujer: Reflexiones desde el libro "Déjame ser mujer" de Elisabeth Elliot

Renueve su Pacto - Desayuno espiritual 24 de abril de 2014